Nudozurdo – Tara motor hembra

Fin de semana protagonizado, sin duda, por los madrileños Nudozurdo. Por la publicación de su nuevo disco, ‘Tara motor hembra’ y por los dos conciertos de presentación que dieron el viernes en Madrid y el sábado en Barcelona. Y sensaciones desconcertantes aún hoy, tres días después de verles en directo, y de escuchar las nuevas canciones una y otra vez.

Del disco decir que siguen tan crípticos como siempre, o más. Desde el título ‘Tara motor hembra’, el nombre de las canciones, ‘Golden gotelé’, ‘Laser love’, ‘Sueño demo’,… a las letras, todas y cada una de ellas. Y que este nuevo trabajo es bien distinto a los dos anteriores. Lógico, teniendo en cuenta que su anterior disco ‘Sintética‘ lo grabaron hace casi siete años, aunque no lo pudieran publicar hasta 2008.

Nudozurdo – Prueba / Error

Se nota un trabajo más planificado, más meditado. Es también más homogéneo en la manera de plantear las canciones, más sosegadas, y en su temática, girando la mayor parte del tiempo en torno al amor (esta palabra está presente en todo el disco), pero un amor que parece dañino, y que saca lo mejor y lo peor de Leopoldo Mateos, aunque siempre cuesta saber qué se esconde realmente detrás de cada una de las frases que salen de su cabeza.

Con ‘Tara motor hembra’ llega la madurez para uno de los mejores grupos (y me estoy conteniendo para no decir el mejor) que tenemos actualmente en nuestro país. Han sabido hacer un grandísimo disco, después de dos que ya lo eran, y ofreciendo algo diferente a lo que conocíamos de ellos. 

Por ello, sorprende, entristece, cabrea… un concierto de presentación tan decepcionante como el del pasado viernes en la sala Caracol de Madrid (y me cuentan que en Barcelona la cosa fue más o menos parecida). Muy fríos durante todo el concierto, apáticos, con poca energía, y sin transmitir ni conectar con el público prácticamente en ningún momento (salvo en hits como ‘El hijo de Dios’), que me consta se aburrió durante algunos tramos del concierto (hubo momentos en los que se oía más el murmullo de la gente que la música), y al que no se dirigieron nada más que para decir un «muchas gracias» al final de uno de los temas. Con esa barrera auto-impuesta es difícil conectar. No es algo necesario ni lo que le pido a un grupo cuando voy a verlo, pero cuando las cosas no van bien del todo, siempre ayuda un pequeño gesto.

Este concierto era el primero de muchos, y el disco aún no está rodado en directo. Cuando lo esté, no me cabe duda que la historia será muy diferente. De momento, como todos los que fueron a los conciertos de presentación (lo regalaban comprando la entrada), tengo un grandísimo disco en mis manos.

Enrique Molinero

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