Nudozurdo – Concierto en sala Moon

por | 11 de noviembre de 2012 | CONCIERTOS |

Hay grupos diferentes por ahí sueltos. Quizá esta diferencia no sea obvia o relevante para nadie más que para mí, pero desde que escuchara aquel ‘Hijo de Dios’ tiempo atrás, metí a Nudozurdo en la caja de los diferentes. No soy uno de esos expertos musicales que manejan una variedad de palabros para revestir las críticas/crónicas. La música es solamente música, vestirla de muchas palabras «molonas» no hace que sea mejor o peor.

En todo caso (siempre me lío), me gusta Nudozurdo. Veo en ellos una actitud trágica frente a la vida que se me contagia en los días de mierda. Esos días en los que llueve y la vida parece estar follándote bien duro. Pese a que Galicia suele ser un destino fijo para la mayoría de bandas nacionales, los madrileños se me escapaban. Les había visto en su fallida actuación en el Festival do Norte, pero nunca en una sala, que es donde creo que la música de este tipo suena potente y hasta carnívora. Así que su llegada a la sala Moon (atención a su emergencia brutal en la escena gallega de salas), me pareció la Oportunidad.

Después de la telonera Aries (que vendía un buen rollismo y singularidad dignas de mención, pero algo contrarias al ambiente Nudozurdo), los madrileños aparecieron sobre el escenario con algo de vergüenza. La sala estaba llena, y aunque empezaron con la deprimente y suave ‘Contigo sin ti’, luego desplegaron una energía desbordante, voraz. Cayeron las que tenían que caer, ‘Hijo de Dios’, ‘Ha sido divertido’, ‘Dosis modernas’, ‘Mil espejos’, ‘Chico promo’, ‘Golden Gotele’, ‘No me toquéis’, ‘Ganar o perder’, etc. El sonido era abrumador y sublime, y aunque mantenían la atmósfera fúnebre en la exaltación energética de sus canciones, en los descansillos entre ellas, acuciados por los aplausos, se les escapaba alguna sonrisita. ¿Hay sitio para la alegría en el mundo intensamente lúgubre de Nudozurdo? ¿Entre todas esas heridas, entre toda esa sangre, entre toda esa sordidez?

Seguramente no llenen estadios. Pero mantener el espíritu de su música alterándolo solamente en la dirección que ellos sienten se merecen un aplauso, si acaso una medalla. No es música para un público cualquiera, pero la venden con sinceridad y potencia. Y muchas ganas.

Nudozurdo, sala Moon, de 10.

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