Klaus & Kinski – Concierto en Neu!Club
por Rebequita DJ | 10 de mayo de 2010 | Sin categoría | Klaus and Kinski
La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos. 24 de julio de 2008. Volvemos a la plaza del pueblo de Alburquerque, Badajoz, fiesta de presentación del Extremadura Contempopránea (otra vez). Quedaron segundos aquel año en el concurso maquetero del festival, y allí estaban ellos presentando sus temitas. Y juro que aquella noche (esto le va a encantar a más de uno) pestes salían de nuestras boquitas cuando los oímos en acción. Y es que no es que el sonido fuera malo (que lo era), es que aquello sonaba mal. Per se. Sonaba mal. Estuvo bien porque nos tuvo un buen rato entretenidos con aquello de ‘estos modernos se pasan tres pueblos‘ y ‘no tenéis ni puta idea, estos tíos son grandísimos‘. Yo, confieso, no me había dado tiempo a estudiarme nada de los de Murcia, así que sí: ese día me parecieron una auténtica bazofia, tomadura de pelo de considerables dimensiones. Máxime después de haber alucinado con los Band-à-Part, como ya os conté otro día.
8 de mayo de 2010. Me pongo un vestido antiguo, y me voy a cubrir el concierto de los murcianos, esta vez con disposición favorable. Y es que en estos casi dos años en los que ha llovido de todo, ya había pasado hace mucho tiempo por una (otra) confesión a algún ser humano de ‘te tengo que contar una cosa: me gusta una canción de Klaus & Kinski‘. Y de ahí a no parar de escucharlos. No los pude ver en la Heineken hace unos meses y andaba yo compungida; aún me quedaba la cosa de pensar, convencida, que en concierto no me iban a llevar al mismo sitio a dónde me llevan en mi salón. Gran error.
La actuación del sábado en el Neu! Club de Madrid fue, sencillamente, sublime. Mejora vocal de Marina, toda la del mundo; los instrumentos dejan de comérsele la voz de forma notable, y esto, suma. Musicalmente sí que pensé que eran algo aparte, porque siempre los creí buenísimos, y lo son. Pero lo del sábado nos dejó con la boca abierta. Mención especial merece ese violín de Pilar. Brillante.
Sala prácticamente llena, bien es verdad que sin apreturas. Fans entregados (pero sin tonterías) que, en su mayoría, ya conocían muy bien lo que iban a cenar con estos chicos. Repaso casi completo a su segundo disco, ‘Tierra trágalos’ (Jabalina, 2010) y temas del primero a su caer, porque para eso presentaban el nuevo (genial, ‘Mengele y el amor‘).
Abrieron con ‘Ya estaba ahí cuando llegué’ y cerraron con ‘El ritmo de la noche’. ¿Cómo se viaja de un sitio a otro? Pues muy bien, mire; ‘agustico‘, que diría Marina. Y es que la casi hora y media de concierto fue un viaje a otra época, y a ésta; a momentos que últimamente son difíciles de encontrar. Momentos en que la voz de Marina nos hacía acordarnos del perdido sonido Donosti, y otro poco de Silvia Niza (salvando las distancias); de cuánto necesitamos a La Costa Brava (que nadie se ponga nervioso: esto es por cómo devoro sus letras como una yonki de la justicia poética ergo, locura personal); de cómo un bolero te cambia la vida (también en el siglo XXI); de cómo un pasodoble te pone la piel de gallina. Y de cómo llega al centro de tu corazón algo tan obvio como ‘Mamá, no quiero ir al colegio‘, porque hay gente y no es para mí; mamá, no quiero levantarme, porque no me quiero morir. De cómo se recupera (sí, se recupera) el pop más puro y le da la mano a los ritmos electrónicos, aunque sea sólo por la punta de los dedos. Una ensalada perfecta, un crisol de informaciones musicales, que lejos de costar digerir, da más hambre. Creo que nunca en un concierto de estas características había escuchado tantos ‘bravos‘ como si del Liceo se tratase. Emocionante.
Vídeo del concierto del 3-10-09, también en Neu!Club
Lo mejor de todo es cómo cada tema va cosidito al siguiente por el hilo de las tontunas que va contando Marina que, desde luego, no se puede negar que la muchacha tiene eso que hay que tener en el mundo del absurdo para ser genial sin pretenderlo: inteligencia, mucha (aquello de la caseta del PP, no lo vamos a contar, haber ido al concierto, pero ahí está). Algo que, lejos de sobrar, se hace casi necesario si tenemos que asumir los mensajes que a veces nos envían, duros como la vida; necesarios en igual medida. Antiguos, como el sufrir; o simples, como el amor.
Desde luego, nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.
Qué maravilla de crónica
Me parece uno de los mejores grupos que hay ahora mismo. Y es cierto que han mejorado un montón en directo, aunque siguen sonando mucho mejor en el disco.