Contracrónica del Ecopop (o cómo ir de acampada a un festival y no morir en el intento)
por Sara Sanchez | 25 de agosto de 2010 | Sin categoría | ECOPOP
Durante los dos días en los que ha transcurrido el festival Ecopop 2010, el Castillo de Arenas de San Pedro se ha convertido en un nido de artistas y amantes del pop, dispuestos a cantar, bailar y brincar hasta altas, muy altas horas de la mañana.
Diez grupos, escogidos entre lo mejorcito de la escena pop nacional, han amenizado este par de noches de luna casi llena y calor, haciendo subir aún más la temperatura desde que antes de las diez de la noche empezaran a sonar los primeros acordes, y hasta pasadas las cuatro de la madrugada, cuando el público aún pedía los últimos bises a golpe de gritos y saltos. Gracias a Dios, o mejor, dicho, gracias a la organización, que la fiesta aún no había acabado. Era el turno de los Dj’s y de la música proveniente de ordenadores y mesa de mezclas, que se prolongaría hasta poco antes del amanecer. La diversión y la fiesta han sido las vencedoras indiscutibles de estos días, pero es cierto que más de 48 horas dan para mucho, y entre tanto, también nos hemos encontrado con escenas de pánico y terror, sobretodo, campero.
La primera sorpresa fue el viernes, cuando al llegar al camping a las siete e la tarde nos encontramos con que apenas había un sitio para montar las tiendas, a menos que uno tuviera alma de mono y no le importase dormir colgado de un árbol, o prácticamente vertical en una cuesta de hierba y arena.
Pero como ya se sabe que el cerebro humano trabaja mejor y más rápido bajo presión, los equipos se dispersaron y cualquier mínimo de tierra comenzó a ser susceptible de instalación del campamento base, básicamente de tiendas de 2 y 3 segundos, que saltaban por los aires al sacarlas de su funda quiero decir. ¿Realmente esto era un camping? Quizá lo fue, en su tiempo, pero lo cierto es que las condiciones, al margen del exceso de campantes por la fecha, no eran las mejores.
Está claro que nadie espera lujos de este tipo de sitios, pero, principalmente, un desagüe que drenase el agua y barro del baño o algo tan tonto como alguna luz que iluminase la tremenda cuesta de tierra y piedras que daba acceso a la zona no hubiesen estado de más. Además, no diré cientos, pero sí que un gran número de polillas perecieron en los más de tres centímetros de agua acumulada en los baños, y esto, no es para nada eco.
Al margen de este anecdótico episodio, sí que se podría decir aquello de ‘ole, ole y ole‘. Todos parecíamos llevar bien interiorizado el concepto eco y el comportamiento de los asistentes ha sido un buen ejemplo de civismo y concienciación durante todo el fin de semana. Cosa que desde la organización también se ha intentado potenciar con iniciativas como aquella de ‘quien recoja 15 vasos de plástico que estén tirados en el suelo del interior del castillo, se ganará un mini de cerveza‘. Y doy fe, de que al menos una persona, se ganó más que una cerveza por recoger más de treinta vasos. Pero sea como fuere, lo cierto es que a pesar de la gran concentración de gente, el castillo y sus aledaños, y hasta me atrevería a decir el camping, permanecieron impecables, o casi, durante el tiempo festivalero.
El resto, es otra historia.
Texto y foto de Sara Sánchez para Indie-Spain Magazine
Al menos en este hay piscina, porque hay otros festivales que tela…
la foto es de unas piscinas naturales que había a un par de kilómetros… eso sí, una pasada!
jajaja, lo de los vasos me mata… me suena a mi también ver a cierta personita recogiendo vasos (algunos directamente de la barra) para sacarse unas cervezas!
Blanca
Vaya pinta tiene la piscinaca!!